One of five public USB drives installed in public places in New York.

One of five public USB drives installed in public places in New York.

Aram Bartholl es un artista alemán que ha lanzado lo que él mismo llama una red offline anónima denominada Dead Drop. Este movimiento consiste en repartir más de 1.600 dispositivos USB por todo el mundo: Islandia, Japón, China,  México, Kazajistán, Senegal, Tasmania, Ecuador…y  así un largo etcétera.

Aunque puede entenderse como una obra artística, pues su autor es un artista, vamos a hablar de esta iniciativa desde el punto de vista tecnológico, lo más significativo a los efectos que nos interesan.

Pues bien, sucede que cualquier ciudadano que encuentre uno de estos dispositivos usb, lápices de memoria, puede intercambiar sus archivos in situ con otros usuarios conectando su smartphone, tableta o portátil.

El proceso funciona así: el artista y sus colaboradores han colocado más de 1.600 usb en numerosos países del planeta. Los pendrives están anclados a muros y paredes, de manera que cualquier ciudadano puede acercarse, conectar su dispositivo móvil o portátil al usb y copiar archivos existentes en el lápiz de memoria o volcar los suyos propios en este mismo lápiz.

Así nace el movimiento Dead Drop, que, según el propio Aram Bartholl, «el único espacio realmente público: los muros de cemento de la ciudad». El artista ha desvelado que, de momento, se han intercambiado unos 12.000 gigas de información.

Desde el punto de vista artístico, la obra se concibe como una reivindicación de la libertad para intercambiar archivos de forma privada, es decir, sin necesidad de pasar el filtro de los espías y las autoridades que nos salen al encuentro en internet. Un intercambio de información sin el control policial y sin las amenazas de los hackers es algo que solo se puede realizar al margen de la red. En último término, dice Bartholl, «Necesitamos replantearnos la libertad y la difusión de la información».

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