Los secretos en torno al artefacto tecnológico más misterioso de la historia, el conocido como mecanismo de Anticitera, pueden ir despejándose poco a poco. En 1900 un equipo de submarinistas descubrió un objeto de bronce en las costas de Grecia, bajo el mar, concretamente junto a la isla de Symi, en el entorno de un pecio, es decir, un barco hundido. Se trataba de este mecanismo que ha sido denominado en alguna ocasión la primera computadora hecha por el hombre.
Del mecanismo de Anticitera, un engranaje de ruedas y piezas diversas, se saben pocas cosas. Una de ellas es que parece haber servido como instrumento astronómico para registrar los movimientos de los planetos y la Luna. Esta conclusión no fue inmediata. Se tomó después de comprobar que el artefacto incluía unas marcas, cuñas e inscripciones en su superficie, hoy muy deteriorada a causa de la corrosión del agua marina.
Sin embargo, la revista Nature acaba de publicar un artículo en el que se cuenta cómo un grupo de arqueólogos submarinistas han encontrado cerca del lugar del hallazgo del mecanismo los restos de un cadáver. Los huesos han sorprendido a los arqueólogos por su buen estado de conservación.
Al parecer, los restos corresponden a un hombre de unos 20 años y ya ha sido bautizado con el nombre de Pamphilos, que en griego antiguo significa amigo de todos. El cadáver será sometido a pruebas de ADN, en las que confían los investigadores para arrojar alguna luz sobre el misterioso artefacto tecnológico de Anticitera.
Se espera, por ejemplo, que los análisis determinan la procedencia y los rasgos físicos de Pamphilos, así como el trabajo que desempeñaba. Para ello habrá que tener paciencia, claro está. Así mismo, existe la posibilidad de que esta nueva información también tenga alguna relación con el propio mecanismo de Anticitera.