Inteligencia Artificial. Ética y humanismo

Nuria Oliver, ingeniera en telecomunicaciones, aboga por que, cada vez más, los productos que se desarrollen con inteligencia artificial incorporen valores y principios éticos para garantizar que “el impacto casi ilimitado” de esa tecnología, “ubicua en nuestras vidas”, sea realmente positivo.

“En muchos casos, no podemos diferenciar nuestra vida sin los algoritmos ya y es fundamental que estén alineados con los valores éticos y los principios que como sociedad aceptamos y respetamos”, defiende Oliver.

“Cada vez más a nivel social y también a nivel de los productos que se desarrollen y que llegan al mercado tendrán que incorporar estas dimensiones, porque es algo que todos deberíamos esperar y exigir de tecnologías que potencialmente van a tener tanto poder y tanto impacto en nuestras vidas“, añade la experta, directora de Investigación en Ciencia de Datos en Vodafone.

Convivimos con la inteligencia artificial, como demuestra el hecho de que podamos hablar con el móvil, de que la publicidad que recibimos en los buscadores está personalizada, de que las noticias que leemos las deciden algoritmos o de que Facebook nos recomiende amigos y Amazon posibles compras.

“Todos llevamos inteligencia artificial en nuestros bolsillos”, añade en una entrevista con Efe en el marco del Mobile World Congress de Barcelona, centrado este año en esta tecnología y en el que algunos de los fabricantes que han presentado “smartphones” (teléfonos inteligentes) la publicitan ya como principal gancho.

Oliver explica que esta dimensión ética centra ya cuatro líneas de investigación con las que se busca que los algoritmos que se utilizan en inteligencia artificial sean justos, transparentes y éticos y que, además, pueda entenderse a quién atribuir la responsabilidad de las decisiones que se toman con ellos.

“Si tú no entiendes por qué funcionan tan bien, no los puedes usar. Porque, por ejemplo, si estás utilizando algoritmos para ayudarte en la decisión de qué tratamiento médico recomendar a alguien, de si darle a una persona un crédito o no o de si aceptar a una persona en una universidad o no, tienes que poder explicar por qué”, apunta.

No obstante, está convencida del “impacto positivo casi ilimitado” que puede tener esta tecnología, fundamental, a su juicio, en la mayoría de los grandes retos a los que se enfrenta la sociedad, como el desarrollo de una medicina personalizada, la lucha contra el cambio climático o el envejecimiento de la población.

“La clave está en cómo asegurarnos de que ese potencial realmente está teniendo un impacto positivo”, concluye Oliver, que integra el grupo de sabios creado por el Gobierno para abordar las implicaciones sociales, jurídicas y éticas de la utilización de la inteligencia artificial y el big data.

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