En las pruebas realizadas por Google con su coche sin conductor, hubo un accidente. Sucedió en las carreteras cercanas a Palo Alto, sede central del gigante Google, donde los dos coches autónomos que circulaban en tráfico abierto estuvieron a punto de chocar entre ellos. Esto sugiere que todavía hay un largo camino para que estos vehículos tecnológicos puedan integrarse en la circulación con el resto de coches, los tripulados por individuos.
Pero, por otra parte, este acontecimiento abre otro tipo de debate: una discusión relacionada con temas legales. ¿De quién es la responsabilidad cuando uno de estos coches no tripulados causa un accidente de tráfico? ¿Quién hubiera sido el culpable si los dos coches de Google hubieran llegado a colisionar? Y, sobre todo, ¿qué pasaría si un coche autónomo chocara o causara un accidente en el que estuvieran implicados individuos?
De momento, los coches autónomos circulan de una manera peculiar. Uno de los copilotos puestos por Google en un coche de estos afirma que es como si un anciano fuera al volante: el coche frena excesivamente en las curvas, nunca hace un adelantamiento y mantiene una velocidad que nunca sobrepasa los 40 kilómetros por hora. Un comportamiento así en la carretera puede exasperar a los conductores humanos, desde luego.
Lo que está claro es que máquinas y humanos no conducen de la misma manera. Por eso, hay quien simplemente aconseja que se recurra al sistema tecnológico solo en casos extraordinarios, como un atasco o como el momento de aparcar el vehículo.
Dicho esto, interesa tener en cuenta un hecho importante. Los coches sin tripulación humana han llegado antes de que se promulguen leyes destinadas a regular su uso. Estamos, por tanto, ante un vacío legal. Las aseguradoras ya han empezado a mostrar interés en el asunto, pero María Seguí, directora de la Dirección General de Tráfico (DGT), ha asegurado que los coches sin conductor están lejos de ser una realidad en Europa.