La impresión 3D está suponiendo una nueva forma de producción con posibilidades incontables. Una aplicación de esta nueva tecnología son, por extraño que parezca a primera vista, los medicamentos. En efecto, ya se está empezando a probar la impresión 3D para componer medicamentos personalizados a cada paciente.
Desde componentes mecánicos para distintos vehículos hasta materiales de construcción, desde prótesis ortopédicas hasta juguetes para niños, las utilidades de la impresión 3D parecen no tener fin y, lo que es más sorprendente, parece que cada vez se van descubriendo más y más ámbitos de aplicación. Uno de los más recientes es la farmacología.
Un equipo interdisciplinar de la Escuela de Farmacia de la University College de Londres están experimentando con el uso de la impresión 3D en la composición de medicamentos adaptados a las necesidades de cada paciente. Para ello, recurren a las técnicas de estereolitografía y de modelado por deposición fundida utilizando impresoras 3D de uso doméstico como la Form 1+ y la Replicator 2X.
En primer lugar, hay que decir que la impresión en tres dimensiones parece permitir confeccionar comprimidos con las dosis justas de aquellos principios activos que requiere cada paciente. Con ello, se evitan las dosis estandarizadas como única opción que los fabricantes ponen a disposición del público.
Además, se está investigando en jugar con el aspecto y la composición interna de los comprimidos impresos en tres dimensiones, de manera que se pueda ajustar la forma, el color y la distribución de las distancias sustancias que los componen.
Hay que decir, no obstante, que los experimentos realizados hasta el momento se han probado in vitro, no en una práctica real. Es decir, los experimentos se encuentran todavía en una fase primaria. Todavía habrá que esperar algún tiempo antes de ver cómo las farmacias dispensan medicamentos a medida del paciente utilizando una impresora 3D.
