Dentistas en Illescas nos explican la importancia de realizar una correcta limpieza no solo de los dientes, también de la lengua. Y es que no todo el mundo es consciente de que, si no se cuida la higiene de este órgano, puede provocar halitosis e incluso derivar en serios problemas para nuestra salud bucal.
Cuando hablamos de higiene bucal, por lo general, todos tenemos en mente la limpieza de las piezas dentales. Sin embargo, la lengua, al igual que la dentadura, también requiere una rutina de higiene. Y es que, son muchas personas las que acuden a los dentistas en Illescas debido a que están empezando a sufrir halitosis a pesar de que se cepillan los dientes después de cada comida, desconociendo que la incorrecta limpieza de la lengua puede ser uno de los causantes de este problema.
La lengua es un órgano cuya superficie es rugosa, eso facilita que en sus pequeñas cavidades se acumulen restos de comida que, si no son eliminados, pueden provocar la aparición de bacterias, principalmente en la parte posterior. Son estas bacterias las que, al permanecer en la lengua, pueden originar no solo mal aliento, también otras complicaciones como caries o enfermedades periodontales.
Según los dentistas en Illescas, podemos determinar si nuestra higiene lingual no está siendo efectiva observando el color de nuestra lengua. Si no muestra un tono rosado y, por el contrario, se observa una cubierta blanquecina o amarillenta, es muy posible que no estemos realizando de manera correcta la limpieza de nuestra lengua.
Hoy en día existen varios productos enfocados exclusivamente a la higiene de la lengua como enjuagues o colutorios. De hecho, podemos adquirir un instrumento específicamente diseñado para su limpieza conocido como raspador o limpiador lingual. No obstante, los dentistas en Illescas explican que el propio cepillo de dientes puede ser nuestro gran aliado para mantener una buena higiene lingual.
Por ello, es importante incorporar el hábito de la limpieza lingual a nuestra rutina de higiene bucal, comenzando primero por el cepillado de los dientes para seguir a continuación con el de la lengua. En este caso, los movimientos, aunque firmes, tendrán que ser más suaves que los que realizamos para cepillar las piezas dentales, con el fin de evitar posibles daños en las papilas gustativas.