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El reciente descubrimiento de las ondas gravitacionales, la pieza del puzzle que faltaba para completar la teoría de la relatividad de Albert Einstein, seguramente recibirá el próximo Premio Nobel de Física; pero hay que decir que el hallazgo no hubiera sido posible sin un gran despliegue tecnológico. En este artículo vamos a explicar someramente en qué ha consistido el aparataje empleado para un descubrimiento así.

Este descubrimiento, que muchos científicos consideran clave para arrojar una luz sobre el origen del universo o de los agujeros negros, ha requerido el uso de una tecnología diseñada para captar pequeñas desviaciones espacio-temporales que miden no más de una diezmilésima parte del diámetro de un átomo.

El complejo tecnológico con el que se han descubierto las ondas gravitacionales ha sido gestionado desde el Observatorio LIGO (Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales). Este observatorio estaba dividido en dos complejos situados en dos lugares distintos de Estados Unidos. Uno de estos grandes laboratorios se encuentra en Hanford, en el estado de Washington, es decir, en el norte de la costa oeste del país; mientras que el otro se localiza en Livingston, Louisiana.

Ambos complejos comparten la misma estructura: un cañón en forma de L con brazos de cuatro kilómetros de longitud. Fabricados en acero y cemento, estos cañones contienen instrumentos ópticos diseñados para registrar el comportamiento de las ondas a través de un láser potentísimo.

Junto con los cañones, los científicos de LIGO cuentan con otros utensilios como divisores de haz, instrumentos ópticos capaces de dividir  en dos un rayo de luz. Todo ello se acompaña, además, de máquinas de suspensión, salas de control, complejos sistemas de espejos, etc.

En concreto, la interferometría láser consiste en una técnica que produce interferencias con la luz del láser cuando rebotan al final de los brazos del cañón. Las ondas gravitacionales, que comprimen en espacio-tiempo, incide de manera observable en las interferencias mencionadas. Este instrumental científico empezó a construirse en 2002, pero no entró en funcionamiento hasta marzo de 2015.

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