Todos conocemos en mayor o menor medida en qué consiste la computación en la nube, pero quizás no hayáis oído hablar todavía del fog computing, es decir, de la computación en la niebla. Enseguida os explicamos este nuevo concepto.
El fog computing está en estrecha relación con el internet de las cosas. Se trata de crear un espacio para el intercambio de la información a la altura de los dispositivos inteligentes que nos rodean, es decir, como si estuviéramos envueltos en una niebla invisible de transmisiones digitales.
Hay que decir que este fenómeno de computación en la nube es consecuencia de la expansión de la red de redes a través de una serie de objetos cotidianos digitalmente conectados: teléfonos móviles, smartwatches, pulseras cuantificadoras y otro tipo de objetos a los que se les ha incorporado esta tecnología: bicicletas, cafeteras, vehículos, juguetes, etc.
Todo ello hace prescindible la computación en la nube (cloud computing), es decir, la transmisión de datos a través de un servidor instalado en el llamado cielo, es decir, en un espacio común accesible desde diferentes conexiones. Pero parece que el big data ya no puede encerrarse en las nubes, porque queda un espacio virtual entre el hardware e internet en el que habita la niebla. Ahí es donde aparece el fog computing.
El concepto ha sido promovido por Cisco Systems, un conglomerado estadounidense de empresas tecnológicas con sede central en San José, California. Podéis leer lo que puede considerarse el manifiesto fundacional del fog computing en este enlace.
Así pues, todo indica que vais a escuchar este concepto con más y con más frecuencia a lo largo de los próximos meses y años, porque, de hecho, hay estudios que señalan que en 2020 habrá unos 25.000 millones de objetos inteligentes conectados en el mundo, como podéis leer aquí.