Wearables-en-Navidad

De un tiempo a esta parte se vienen multiplicando los gadgets enfocados a la medición de nuestra salud: todo tipo de wearables y dispositivos del internet de las cosas que nos hablan acerca de nuestro ritmo cardíaco, nuestro pulso, nuestro consumo de energía, etc. Pero, ¿son realmente útiles?

Hay estudios que indican que en 2015 se descargaron más de 3.000 millones de aplicaciones relacionadas con la salud. Así se desprende, sin ir más lejos, del informe mHealth App Developer Economics 2015, publicado por Research 2 Guidance y patrocinado por Telefónica. Así mismo, otro estudio, esta vez elaborado por la consultora IDC, indica que en el año señalado se vendieron más de 76 millones de dispositivos wearables, es decir, portables; lo que representa un incremento  del 163% con respecto a los números del ejercicio anterior.

Ahora bien, a pesar de todo, cabe preguntarse si todos los datos proporcionados por estos gadgets solo tienen interés para el usuario particular o si, por el contrario, pueden representar información valiosa para los profesionales de la medicina.

Lo cierto es que hay estadísticas que dicen que el 30% de los médicos nunca han oído hablar de la asistencia remota a pacientes. Además, 8 de cada 10 médicos coinciden en señalar que el principal problema es que los sistemas de asistencia remota no están integrados con los wearables y la información que estos facilitan. Los médicos no conocen ningún servicio médico en el que se estén utilizando en la actualidad dispositivos del tipo de las pulseras cuantificadores o aparatos similares.

De todo ello se puede inferir que los profesionales de la medicina aún no han percibido el potencial que se esconde tras estas aplicaciones y dispositivos tecnológicos. Pero hay que ser consciente, por otra parte, que esta tecnología todavía no ofrece el rigor científico esperado. Sus garantías de fiabilidad aún no han alcanzado el estándar del instrumental médico al uso. Tampoco hay protocolos comunes que faciliten el uso convencional de los datos aportados por aparatos como las pulseras cuantificadoras.

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