La Ley Orgánica 13/2015, de 5 de octubre, de modificación de la Ley de Enjuiciamiento Criminal para el fortalecimiento de las garantías procesales y la regulación de las medidas de investigación tecnológica, permite que las fuerzas policiales del Estado de España puedan usar troyanos para identificar criminales. De esta manera, la policía tendrá las manos libres para interceptar llamadas y mensajes bajo orden judicial. La ley otorga tanta autoridad a las fuerzas del orden y la seguridad del Estado que sus detractores la han calificado como Ley Torquemada, en recuerdo de uno de los principales jueces de la Inquisición, Tomás de Torquemada.
Esta Ley se ha promulgado con el propósito de combatir las actividades delictivas que se cometen mediante los ordenadores, los smartphones y otros dispositivos telemáticos cada vez más usados por la población y, en consecuencia, más y más populares entre los delincuentes, hackers y otros piratas informáticos. Este tipo de delitos no estaban contemplados explícitamente en la ley anterior de enjuiciamiento criminal, que databa de 1988.
La nueva ley, elaborada con la idea de estar a la altura de los tiempos, permite que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado hagan uso de spywares, troyanos, balizas de posicionamiento, sistemas de escucha y de videovigilancia para descubrir, previa orden judicial, cualquier tipo de transgresión de la ley en el espacio digital, tecnológico e informático. Con todo ello se pretende que el equipo de informáticos de la policía y la Guardia Civil posean herramientas eficaces para luchar contra los delincuentes cibernéticos. Pero está claro que la Ley también les dota de los instrumentos necesarios para limitar la libertad en internet y para husmear en la privacidad de los usuarios.
Así, por ejemplo, anteriormente, la legalidad de las escuchas se restringía a los delitos graves, como la pornografía infantil, pero ahora también está permitida para delitos menores como la difamación. Esto significa que un internauta culpable de una calumnia puede encontrarse con su ordenador hackeado por la policía.