El sistema de nombres de dominio en internet (DNS por sus siglas en inglés: Domain Name System) había permanecido hasta la fecha bajo la influencia, sino el control, del gobierno de Estados Unidos. Sin embargo, la cesión del sistema se acaba de operar en el pasado 1 octubre, fecha pactada hace dos años por el gobierno de Estados Unidos y el ICANN (es decir, la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números), un organismo internacional que se hará carga en lo sucesivo del DNS, algo que ya hacía a propósito de la IANA (Autoridad de Números Asignados de Internet).
Este hecho supone que Estados Unidos ya no podrá tomar decisiones efectivas unilaterales en relación con el uso de nombres y dominios en la red de redes. Esto significa, así mismo, que el ICANN podrá actuar sin las influencias del gobierno estadounidense.
La importancia del DNS es crucial para la comunidad de usuarios de internet por ser el sistema que identifica un número IP con el nombre distintivo del equipo correspondiente. Cada vez que nuestro equipo se conecta a un servidor nuestro registro con una dirección IP. Esto es indispensable para poder acceder a una página web, para enviar un correo electrónico o para descargar algún contenido.
Para garantizar que este protocolo se lleva a cabo correctamente existen numerosas instalaciones en todo el mundo que replican el DNS. A partir de ahora, todas esas réplicas estarán controladas por el ICANN.
Políticos estadounidenses como Ted Cruz o Donald Trump han querido evitar que el gobierno de Barack Obama cediese este privilegio a una entidad internacional; pero los demócratas les respondieron argumentando que Estados Unidos no debe ejercer un control absoluto sobre internet. Sin embargo, Tim Berners Lee, cofundador de la web, ha señalado que el DNS no es un recurso para controlar qué contenidos pueden ser visitados por tales o cuales internautas; simplemente es un catálogo de direcciones inventado en su día por Estados Unidos.